lunes, 29 de enero de 2018

6. EL ARTE DEL RENACIMIENTO




El principio fundamental del Renacimiento fue la recuperación de los ideales de la Antigüedad clásica, con una recreación original que tenía como pilares la consideración del arte como actividad autónoma y superior, desvinculada ya de la religión, y la ubicación del ser humano como centro del universo, según las concepciones filosóficas del humanismo. Desde un punto de vista cronológico, se extendió, esencialmente en Italia, desde la segunda mitad del siglo XIV hasta el siglo XVI.

La Pintura Flamenca
Aún siendo fundamentales los avances artísticos que se produjeron en Italia hay que tener en cuenta la aparición de un importante estilo de pintura en Flandes durante el siglo XV que partiendo del Gótico desarrolló una serie de representaciones pictóricas fundamentales.
   La principal aportación de esta escuela es la utilización de la técnica al óleo, que permite una mayor viveza y enriquecimiento de la gama cromática, la realización de veladuras y la obtención de colores compuestos. Los rasgos más definitorios del estilo flamenco fueron el mayor naturalismo y el gusto por el detalle a través de una técnica minuciosa. Los iniciadores de la escuela flamenca fueron Jan van Eyck (1390-1441) (Políptico del Cordero y El matrimonio Arnolfini) y Roger van der Veiden (1400-1464) (Descendimiento de la Cruz, en el Museo del Prado[1]. Sin embargo, dentro de la escuela destacó una figura excepcional, avanzada para su época: Hieronymus Bosch, llamado el Bosco (1450-1516), que desarrolló en sus obras un mundo fantástico de complejas imágenes simbólicas  (El jardín de las delicias M P).

Arquitectura
Las primeras fuentes accesibles para desarrollar el principio renacentista de la recuperación de los valores de la Antigüedad clásica en Italia fueron las ruinas romanas. Junto con ellas tuvo extraordinaria importancia el tratado De architectura del romano Marco Vitruvio (siglo I d. C.), que fue recuperado, interpretado e ilustrado a lo largo del siglo XV. Los dos grandes arquitectos de la primera etapa del Renacimiento son:
  • Filippo Brunelleschi (1377-1446): alcanzó fama legendaria por resolver el problema de la gran cúpula de la iglesia de Santa María del Fiore de Florencia, con dos estructuras superpuestas que sustentaban en todo momento la cúpula exterior a medida que se levantaba.
  • Leone Battista Alberti (1404- 1472): entre sus obras destaca la fachada de Santa María Novella y el palacio Rucellai, ambos en Florencia.
  
Tras el nacimiento y desarrollo del Renacimiento en Florencia a lo largo del siglo XV, la arquitectura alcanzó su etapa de madurez principalmente en Roma, donde produjeron lo mejor de su obra  Donato Bramante  (1444-1514) y  Miguel Ángel Buonarrotti (1475-1564).
   La Roma de las primeras décadas del siglo XVI alcanza el esplendor con el llamado Renacimiento clásico. La principal obra fue la basílica de San Pedro, iniciada en 1506 sobre un proyecto de Bramante y continuada después por Miguel Ángel, que aún dejaría inconcluso a su muerte el levantamiento de la grandiosa cúpula, terminada por Vignola.
   Tras el auge del Renacimiento clásico se desarrollaron dos tendencias: el manierismo, caracterizado por una interpretación libre y subjetiva de los principios estilísticos, y el arte de la Contrarreforma, más uniforme e inspirado en los ideales pastorales de la iglesia de la época.
En este contexto se desarrollaron importantes escuelas locales y nacionales:
  • En Venecia destacó el estilo clásico, recargado y opulento. Destacó el arquitecto Andrea Palladio (1508-1580) (Villa Rotonda).
  • La escuela española contó con notables manifestaciones de tendencia manierista, como el palacio de Carlos V en La Alhambra, obra de Pedro de Machuca (1490-1550). Alcanzó, no obstante, su más significativa expresión en el gran ejemplo de arquitectura de la Contrarreforma que es el palacio-monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ordenado construir por Felipe II y obra de Juan de Herrera (1530-1597).

Escultura
La escultura renacentista tenía como objetivo principal la representación de la belleza. Al escultor no le bastaba con plasmar la realidad, sino que debía hacerlo con el mayor rendimiento estético. Como en el resto de las artes, en la escultura se percibe una cierta diferenciación entre el estilo del siglo XV, en el que se empleó con profusión el bronce, y el virtuosismo del siglo XVI, en el que se tendió a utilizar con preferencia el mármol.
   Uno de los primeros acontecimientos escultóricos del Renacimiento fue la convocatoria del concurso para realizar las puertas para el baptisterio de Florencia. En él compitieron tres de las grandes figuras de la escultura renacentista: Lorenzo Ghiberti (1378-1455) y Filippo Brunelleschi del que hemos hablado en la Arquitectura. El ganador fue  Ghiberti. En los relieves en bronce que componen esta obra se puede apreciar un estilo muy innovador que partiendo de los modelos de la escultura clásica llega a la integración de la perspectiva en una representación escultórica..
   Sobresalió, en Florencia también,  con vigor la personalidad de uno de los grandes escultores del Renacimiento: Donato di NiccoloDonatello (1386-1466). Su obra se caracteriza por la sensibilidad, la expresividad y la carga psicológica y dramática de los personajes representados. Entre su producción destacan el David, considerado como la primera estatua desnuda exenta del Renacimiento, y la estatua ecuestre del Condottiero Gattamelata.
   La escultura del Renacimiento clásico del siglo XVI estuvo dominada sin duda por la trascendencia de la obra de Miguel Ángel Buonarroti. La creación del genio toscano, quien continuamente repetía de sí mismo que se consideraba sobre todo escultor, aportó nuevos recursos a este arte, como el mayor dinamismo de las formas o la expresión de fuerza contenida.
   Inicialmente inspirado por Donatello, quedó fascinado por las estatuas de la Antigüedad clásica, en su mayoría copias del periodo helenístico, que se descubrieron en su tiempo en las excavaciones romanas.
   De tal inspiración nacieron obras como el célebre David (1504), instalado en la plaza de la Señoría de Florencia. Junto a esa magnífica expresión de arrogancia, serenidad y energía contenida destacan en la producción escultórica de Miguel Ángel la Piedad, en San Pedro del Vaticano, las figuras de Moisés y Los Esclavos, las únicas realizadas para el grandioso proyecto de la tumba del papa Julio II, y el conjunto funerario de las tumbas de Lorenzo y Giuliano de Médicis.

Pintura
El principal objetivo de la pintura renacentista fue la consecución de la belleza, entendida ésta como representación de la realidad, siguiendo los principios humanísticos de racionalidad y equilibrio compositivos, en virtud de los cuales se percibe el placer estético y el del intelecto.
El estilo se inició también en Florencia por los dos autores siguientes:
  • Masaccio (1401-1428): unánimemente considerado como artífice de los principios renacentistas, recuperó, en la breve producción que legó, el espíritu realista de Giotto; eliminó la decoración ornamental del gótico a base de ritmos curvilíneos y fondos dorados y construyó el espacio mediante la aplicación de las leyes de la perspectiva, reivindicando el sentido naturalista de fondos y paisajes. Sus obras clave en este aspecto fueron los frescos de la capilla Brancacci y la Santísima Trinidad.
  • Fra Angélico (1400-1455): es el otro gran referente de la incipiente pintura renacentista, en su obra es más apreciable que en la de Masaccio la evolución del Gótico al Renacimiento. Esto se puede apreciar en La Anunciación y en la Virgen de las granadas (M P).

Posteriormente la pintura florentina adquirió un enorme desarrollo:
  • Paolo Uccello (1397-1475): caracterizó su obra por el aire geometrizante de las figuras. Destaca entre su producción La batalla de San Romano.
  • Piero della Francesca (1429-1492): fue un importante innovador, que desarrolló el mayor interés por el detalle y por la recreación de la realidad histórica representada. Sobresalen en su creación los frescos de San Francisco de Arezzo sobre La leyenda de la Vera Cruz.
  • Andrea Mantegna (1431-1506): incidió como el anterior en el detalle de la ambientación histórica y también en el planteamiento escenográfico, que daba una estudiada unidad dramática a sus composiciones. Tránsito de la Virgen (M P)
  • Sandro Botticelli (1445-1510): alcanzó la máxima expresión de la elegancia y el refinamiento de un estilo idealista en obras como La Primavera o El nacimiento de Venus. Destacó también con obras de carácter narrativo como La historia de Nastaglio degli Honesti (M P)

   La pintura renacentista del siglo XVI cuenta con grandes genios universales, en Italia y en el resto de Europa. Tanto los grandes maestros como los pintores de menor celebridad adoptaron como principal pauta el manierismo, es decir, la expresión individual, según la propia maniera de su estilo y sus inquietudes artísticas.
  • Leonardo da Vinci (1452-1519). La personalidad de Leonardo se reveló en la carta en la que ofrecía sus servicios a Ludovico Sforza, duque de Milán, en la que se presentaba como ingeniero militar y, sólo al final, hacía una breve referencia a sus capacidades como arquitecto, escultor y pintor. Y es que en la obra de este artista la investigación científica jugaba un papel fundamental. Entre su producción pictórica cabe destacar la Adoración de los MagosLa Santa CenaLa Virgen y el Niño con Santa Ana, y el retrato de Mona Lisa.
  • Miguel Ángel Buonarroti. La expresión titánica del arte de Miguel Ángel halló su culminación pictórica en los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina y en el muro del altar de El Juicio Final, realizado en la misma capilla veinte años más tarde.
  • Rafael Sanzio (1483-1520). Se constituyó en el prototipo del equilibro ideal del clasicismo en obras como los frescos de la Stanza de la Signatura del Vaticano, con célebres escenas como La Escuela de AtenasEl Parnaso o La disputa del Sacramento. Rafael creó la imagen característica de la Virgen con el Niño que tras la Contrarreforma se convirtieron en modelos dentro de la pintura católica; Virgen de la silla. También al óleo realizó La Ascensión (M P) y significativos retratos como los de Fornarina y El Cardenal (M P)

   En el siglo XVI la República de Venecia se convirtió en un gran centro de producción pictórica con nombres como Giorgione (1477-1510) (La Tempestad), Tiziano Vecellio (1485-1576), quien fuera retratista oficial de Carlos V, pintor refinado y sensual cultivador del género mitológico, el retrato y la temática religiosa e histórica, (Carlos V en la batalla de Mühlberg, Danae y Venus y la música, M P), Tintoretto (1518-1594) (El lavatorio de los pies M P) y Il Veronese (1528-1588) (Las Bodas de Canaa y Jesús en el Templo, M P).
   En Alemania cabe destacar la figura de Alberto Durero (1471-1553), gran dominador del dibujo y autor de diversos tratados sobre técnica pictórica, que fueron empleados por artistas de varias generaciones posteriores: Adán y Eva (M P)
   En España el Renacimiento pictórico se vio dominado por la figura de Doménikos Teotocópoulos, El Greco (1541-1614). Afincado en Toledo, El Greco desarrolló creaciones manieristas, con una acusada estilización de las figuras y un colorido desconocido hasta entonces, en obras como El entierro del conde de Orgaz, San Mauricio y la legión tebana, El Expolio y La Adoración de los Pastores (M P). Cultivó intensamente el retrato reflejando con gran maestría la psicología de sus retratados; Cabaññero de la mano en el pecho (M P).



[1] Museo del Prado. M P.

martes, 9 de enero de 2018

5. LAS MONARQUÍAS ABSOLUTAS DE LOS SIGLOS XVI Y XVII




La Europa de Carlos V
   Carlos V intentó recuperar en Occidente la antigua idea de una Europa unida bajo un solo imperio. La expansión del protestantismo y el fortalecimiento de las monarquías europeas hicieron fracasar este proyecto imperial.
   Carlos de Habsburgo (1500-1558), hijo del archiduque de Austria Felipe el Hermoso y de Juana la Loca, reunió en su persona una importante herencia familiar que le hizo ser el monarca hegemónico de la política europea durante la primera mitad del siglo XVI:

  • De su abuela paterna, María de Borgoña, recibió los Países Bajos y el Franco Condado y heredó el título de duque de Borgoña.
  • De su abuelo paterno, el emperador Maximiliano I, recibió en 1519 la herencia patrimonial de la familia de los Austrias (o Habsburgo) y los derechos para poder ser elegido emperador de Alemania, lo que sucedió en ese mismo año.
  • De sus abuelos maternos, los Reyes Católicos, heredó en 1516 los reinos de España, junto con los territorios americanos, que pertenecían a Castilla, y los italianos (Nápoles, Sicilia y Cerdeña), unidos a la Corona de Aragón.
   La aspiración de Carlos V de conseguir una Europa cristiana bajo su autoridad chocó con la continua oposición de Francia, cuyos monarcas, Francisco I Enrique II  se sentían rodeados por los estados del emperador y rivalizaban con él por el control del ducado de Milán y el norte de Italia. El imperio de Carlos V llevó a cabo hasta cinco guerras contra Francia. En 1525 se produjo la victoria imperial en Pavía por la que se ocupó el ducado de Milán. Francisco I se alió con el Papa Clemente VII. Las tropas imperiales saquearon Roma (1527) pero poco más tarde Carlos V fue coronado en Bolonia por el Papa (1530).
   La Reforma religiosa iniciada por Martin Lutero fue apoyada por muchos príncipes alemanes que deseaban oponerse a la autoridad del emperador y adueñarse de las grandes posesiones de la Iglesia alemana. En sucesivas Dietas (reuniones parlamentarias) el emperador intentó dialogar con Lutero y los príncipes protestantes, pero no se alcanzó un acuerdo. Agotado el diálogo, los bandos enfrentados recurrieron al uso de la fuerza. Los protestantes alemanes constituyeron la Liga de Smalkalda mientras los católicos se unieron en la Liga de Nüremberg. En 1547, las tropas imperiales al mando del duque de Alba derrotaron a los protestantes en la batalla de Mühlberg. Por la paz de Augsburgo (1555), Carlos V reconoció la libertad religiosa de los príncipes alemanes, lo que significaba el triunfo del protestantismo en Alemania.
   El otro gran imperio del siglo XVI era el Imperio  turco otomano, que se extendía por gran parte de la Europa oriental y el Próximo Oriente y que alcanzó su época de mayor esplendor con Solimán el Magnífico (1520-1566). Carlos V combatió al Imperio musulmán, que amenazaba la integridad de la cristiandad.
   En 1529, tras haberse apoderado de Hungría, el sultán se dirigió contra Viena, el corazón de los estados patrimoniales de la Casa de Austria. Un nuevo asedio se produjo en 1531; Carlos V acudió en defensa de Viena y logró rechazar a los turcos.

El Imperio de Felipe II
Felipe II (1527-1598) reunió en sus manos unos enormes territorios que, como defensor del catolicismo, trató de mantener unidos frente a los múltiples enemigos que heredó del reinado de su padre y a los problemas económicos de un Imperio en el que «no se ponía el Sol».
   Felipe II  fue coronado rey tras la abdicación de su padre, el emperador Carlos V, en 1556. Salvo el archiducado de Austria y el Imperio alemán, que pasaron a su tío Fernando, el nuevo rey reunió en sus manos un vasto Imperio:

  • España, y especialmente Castilla, su región más rica, constituían la base de su poder.
  • Los estados patrimoniales de Carlos V comprendían los Países Bajos, el Franco Condado, el MilanesadoNápoles, Sicilia y Cerdeña.
  • En África heredó las plazas de OránAlcazarquivir, Melilla Tánger.
  • En América sus dominios se extendían desde California y Florida hasta el estrecho de Magallanes.
  • En Asia, Filipinas y varias islas del Pacífico.
  • En 1581 logró la unidad ibérica al ser coronado rey de Portugal.

La inmensidad del Imperio, que con las colonias ultramarinas portuguesas adquirió un carácter universal, supuso una enorme responsabilidad para Felipe II, cuya actitud enérgica como campeón de la Contrarreforma le convirtió en una figura histórica muy controvertida.

  • Contra el Imperio Turco Felipe II formó la Liga Santa con el Papa Pío V y Venecia, y organizó una poderosa flota que, al mando de Juan de Austria , derrotó a la flota turca en la batalla de Lepanto (1571).
  • Venció a Enrique II de Francia en la batalla de San Quintín (1557) y en las ocho guerras de religión francesas (1562- 1594) apoyó al bando católico frente a los hugonotes, dirigidos por Enrique de Navarra (futuro Enrique IV)
  • En 1566 los Países Bajos, cuya población se había convertido mayoritariamente al Calvinismo, se sublevaron contra el dominio español,. La represión efectuada por el duque de Alba entre 1567 y 1573 dio lugar a la leyenda negra sobre España. En 1581 las provincias del Norte declararon su independencia.
  • En 1588 Felipe II organizó la Armada Invencible con la intención de invadir Inglaterra, cuya reina, Isabel I (1558-1603), estaba apoyando a los protestantes holandeses. La resistencia de la flota inglesa y el desastre causado por una tempestad dieron lugar a la derrota española.

El Siglo XVII: La lucha por la hegemonía
La decadencia española y la lucha por la hegemonía en Europa caracterizaron el siglo XVII. En Francia se desarrolló el modelo político del absolutismo y el eje de la economía se desplazó desde el Mediterráneo al Atlántico, especialmente a las nuevas potencias coloniales, Inglaterra y los Países Bajos.
   En Francia, el país más rico y poblado de Europa, triunfó la monarquía absoluta gracias a la acción política del cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII (1610- 1643), y del cardenal Mazarino (1602-1661), que gobernó durante la minoría de edad de Luis XIV (1643-1715).
   Con Luis XIV, el Rey Sol, Francia pretendió convertirse en la principal potencia europea, frente a los Habsburgo de España y Austria .
   En Inglaterra, las revoluciones de 1640 y 1688 terminaron con los intentos de imponer la monarquía absoluta y, de la mano de Guillermo de Orange (1689-1702), se impuso la monarquía parlamentaria, en la que el poder del rey se hallaba limitado por el Parlamento.
   La lucha por la hegemonía entre las potencias europeas, al mismo tiempo que el conflicto religioso, se manifestó principalmente en la guerra de los Treinta Años (1618-1648). Este tremendo conflicto se inició en Praga (Bohemia) cuando los protestantes se sublevaron contra las autoridades imperiales católicas que pidieron ayuda a Felipe III de España. Aunque en un principio el ejército de los tercios españolas consiguió algunas victorias las sucesivas intervenciones de Dinamarca y Suecia y finalmente de Francia, a partir de 1635, como aliada del bloque protestante,significaron la derrota de los Habsburgo. En 1643 se produjo la derrota en la batalla de Rocroi. Y en 1648 por la paz de Westfalia, España reconoció la independencia de los Países Bajos y Francia quedó convertida en el árbitro de la política europea.
   España y Francia continuaron en guerra hasta 1658, cuando los franceses, con ayuda de los ingleses, vencieron definitivamente al ejército español. Por la paz de los Pirineos (1659) España perdió el Artois, el Rosellón, la Cerdaña y varias plazas en Flandes.

Los Austrias del siglo XVII
En pleno Siglo de Oro de la cultura española, los últimos reyes de la Casa de Austria tuvieron que afrontar la derrota militar y la decadencia del país como potencia mundial. La política unificadora del conde-duque de Olivares provocó la sublevación de Cataluña y Portugal, mientras que las numerosas guerras exteriores agotaron la economía.
   Felipe III (1598-1621) no continuó el gobierno personal de su padre, Felipe II, sino que abandonó las responsabilidades de gobierno en manos de personas de confianza conocidas como validos. El principal ministro de su reinado fue el duque de Lerma, hombre de ambición desmedida que anteponía sus intereses particulares a los de la nación.
   En 1609 fue decretada la expulsión de los moriscos. Más de 400.000 musulmanes, en su mayoría campesinos y artesanos, abandonaron España, lo que supuso una importante pérdida demográfica y un grave perjuicio económico.
   Felipe IV (1621-1665) dejó el gobierno en manos del conde-duque de Olivares (1587-1645). En política exterior, España volvió a implicarse en los conflictos europeos.
   Se reanudaron las hostilidades con los Países Bajos, dentro de la guerra de los Treinta Años. El esfuerzo bélico supuso un considerable gasto para un país sumido en una profunda crisis económica. Y se reactivó el conflicto con Francia que no terminó hasta 1659 con la paz de los Pirineos que fue también una derrota española.
    El resultado de estos conflictos fue el final definitivo de la hegemonía española.
   En política interior, Olivares intentó imponer una rígida centralización. Castilla era el único reino que pagaba impuestos, lo que dio lugar a una política de unificación de la hacienda y el ejército que, a la postre, provocó una sucesión de rebeliones:

  • En Cataluña se produjo en 1640 la sublevación del Corpus de sangre. La guerra duró doce años y concluyó con la rendición de Barcelona.
  • Portugal se sublevó también en 1640 y en 1668 consiguió su independencia.
  • Otros intentos de secesión se produjeron en Andalucía (1641), Navarra, Aragón (1646), Nápoles y Sicilia (1647).

Carlos II el Hechizado (1665-1700) heredó el trono con sólo cuatro años de edad. Su madre, Mariana de Austria, se encargó de ejercer la regencia hasta 1677.
   El reinado de Carlos II fue crítico para España: nuevas guerras contra Francia, hambre, peste y deserciones en el ejército por falta de víveres. El rey realmente padecía un grave retraso mental, pero los clérigos de la corte, creyendo que estaba poseído por el diablo, intentaron extraer de su cuerpo el espíritu maligno mediante exorcismos.
   En su mayoría de edad, el rey sufrió repetidas crisis de demencia y quedó a merced de su madre. Mientras, España se vio envuelta en las guerras de Luis XIV de Francia:
   Hacia 1690 estaba claro que el rey español iba a morir sin descendencia. En Europa se formaron dos bandos en torno a los dos pretendientes al trono, Carlos de Austria y Felipe de Borbón, los cuales se enfrentarían en la guerra de Sucesión española a partir de la muerte de Carlos II en 1700.