La
Europa de Carlos V
Carlos V intentó recuperar en Occidente la
antigua idea de una Europa unida bajo un solo imperio. La expansión del
protestantismo y el fortalecimiento de las monarquías europeas hicieron
fracasar este proyecto imperial.
Carlos de Habsburgo (1500-1558),
hijo del archiduque de Austria Felipe el Hermoso y de Juana
la Loca, reunió en su persona una importante herencia familiar que le hizo
ser el monarca hegemónico de la política europea durante la primera mitad del
siglo XVI:
- De
su abuela paterna, María de Borgoña, recibió los Países
Bajos y el Franco Condado y heredó el título de
duque de Borgoña.
- De
su abuelo paterno, el emperador Maximiliano I, recibió en 1519
la herencia patrimonial de la familia de los Austrias (o Habsburgo) y los
derechos para poder ser elegido emperador de Alemania, lo que
sucedió en ese mismo año.
- De
sus abuelos maternos, los Reyes Católicos, heredó en 1516 los
reinos de España, junto con los territorios americanos, que
pertenecían a Castilla, y los italianos (Nápoles, Sicilia y Cerdeña),
unidos a la Corona de Aragón.
La aspiración de Carlos V de conseguir una
Europa cristiana bajo su autoridad chocó con la continua oposición de Francia,
cuyos monarcas, Francisco I y Enrique II se
sentían rodeados por los estados del emperador y rivalizaban con él por el
control del ducado de Milán y el norte de Italia. El imperio de
Carlos V llevó a cabo hasta cinco guerras contra Francia. En 1525 se produjo la
victoria imperial en Pavía por la
que se ocupó el ducado de Milán. Francisco I se alió con el Papa Clemente
VII. Las tropas imperiales saquearon Roma (1527) pero poco más tarde Carlos
V fue coronado en Bolonia por el Papa (1530).
La Reforma religiosa iniciada
por Martin Lutero fue apoyada por muchos príncipes alemanes
que deseaban oponerse a la autoridad del emperador y adueñarse de las grandes
posesiones de la Iglesia alemana. En sucesivas Dietas (reuniones
parlamentarias) el emperador intentó dialogar con Lutero y los príncipes
protestantes, pero no se alcanzó un acuerdo. Agotado el diálogo, los bandos
enfrentados recurrieron al uso de la fuerza. Los protestantes alemanes
constituyeron la Liga de Smalkalda mientras los católicos se
unieron en la Liga de Nüremberg. En 1547, las tropas imperiales al
mando del duque de Alba derrotaron a
los protestantes en la batalla de Mühlberg. Por la paz de
Augsburgo (1555), Carlos V reconoció la libertad religiosa de los
príncipes alemanes, lo que significaba el triunfo del protestantismo en
Alemania.
El otro gran imperio del siglo XVI era el Imperio turco otomano, que se extendía por gran
parte de la Europa oriental y el Próximo Oriente y que alcanzó su época de
mayor esplendor con Solimán el Magnífico (1520-1566). Carlos V
combatió al Imperio musulmán, que amenazaba la integridad de la cristiandad.
En 1529, tras haberse apoderado de Hungría,
el sultán se dirigió contra Viena, el corazón de los estados patrimoniales de
la Casa de Austria. Un nuevo asedio se produjo en 1531; Carlos V acudió en
defensa de Viena y logró rechazar a los turcos.
El
Imperio de Felipe II
Felipe II (1527-1598)
reunió en sus manos unos enormes territorios que, como defensor del
catolicismo, trató de mantener unidos frente a los múltiples enemigos que
heredó del reinado de su padre y a los problemas económicos de un Imperio en el
que «no se ponía el Sol».
Felipe II fue
coronado rey tras la abdicación de su padre, el emperador Carlos V, en 1556. Salvo el
archiducado de Austria y el Imperio alemán, que
pasaron a su tío Fernando, el nuevo rey reunió en sus manos un
vasto Imperio:
- España, y
especialmente Castilla, su región más rica, constituían la
base de su poder.
- Los
estados patrimoniales de Carlos V comprendían los Países Bajos,
el Franco Condado, el Milanesado, Nápoles,
Sicilia y Cerdeña.
- En
África heredó las plazas de Orán, Alcazarquivir,
Melilla y Tánger.
- En América sus
dominios se extendían desde California y Florida hasta el estrecho de
Magallanes.
- En
Asia, Filipinas y varias islas del Pacífico.
- En
1581 logró la unidad ibérica al ser coronado rey de Portugal.
La inmensidad
del Imperio, que con las colonias ultramarinas portuguesas adquirió un carácter
universal, supuso una enorme responsabilidad para Felipe II, cuya actitud
enérgica como campeón de la Contrarreforma le convirtió en una
figura histórica muy controvertida.
- Contra
el Imperio Turco Felipe II
formó la Liga Santa con el Papa Pío V y Venecia,
y organizó una poderosa flota que, al mando de Juan de Austria ,
derrotó a la flota turca en la batalla de Lepanto (1571).
- Venció
a Enrique II de Francia en la batalla de
San Quintín (1557) y en las ocho guerras de religión francesas
(1562- 1594) apoyó al bando católico frente a los hugonotes,
dirigidos por Enrique de Navarra (futuro Enrique IV)
- En
1566 los Países Bajos, cuya
población se había convertido mayoritariamente al Calvinismo, se sublevaron contra el dominio español,. La
represión efectuada por el duque
de Alba entre 1567 y 1573 dio lugar a la leyenda negra sobre
España. En 1581 las provincias del Norte declararon su independencia.
- En
1588 Felipe II organizó la Armada Invencible con la
intención de invadir Inglaterra, cuya reina, Isabel I (1558-1603),
estaba apoyando a los protestantes holandeses. La resistencia de la flota
inglesa y el desastre causado por una tempestad dieron lugar a la derrota
española.
El
Siglo XVII: La lucha por la hegemonía
La decadencia
española y la lucha por la hegemonía en Europa caracterizaron el siglo XVII. En
Francia se desarrolló el modelo político del absolutismo y el eje de la
economía se desplazó desde el Mediterráneo al Atlántico, especialmente a las
nuevas potencias coloniales, Inglaterra y los Países Bajos.
En Francia, el país más rico y
poblado de Europa, triunfó la monarquía absoluta gracias a la acción política
del cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII (1610-
1643), y del cardenal Mazarino (1602-1661), que gobernó
durante la minoría de edad de Luis XIV (1643-1715).
Con Luis XIV, el Rey Sol, Francia pretendió
convertirse en la principal potencia europea, frente a los Habsburgo de España
y Austria .
En Inglaterra, las revoluciones
de 1640 y 1688 terminaron con los intentos de imponer la monarquía absoluta y,
de la mano de Guillermo de Orange (1689-1702), se impuso la monarquía parlamentaria, en la que el
poder del rey se hallaba limitado por el Parlamento.
La lucha por la hegemonía entre las
potencias europeas, al mismo tiempo que el conflicto religioso, se manifestó
principalmente en la guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Este tremendo conflicto se inició en Praga
(Bohemia) cuando los protestantes se sublevaron contra las autoridades
imperiales católicas que pidieron ayuda a Felipe
III de España. Aunque en un principio el ejército de los tercios españolas
consiguió algunas victorias las sucesivas intervenciones de Dinamarca y Suecia
y finalmente de Francia, a partir de 1635, como aliada del bloque protestante,significaron la
derrota de los Habsburgo. En 1643 se produjo la derrota en la batalla de Rocroi. Y en 1648 por la paz de Westfalia,
España reconoció la independencia de los Países Bajos y Francia quedó
convertida en el árbitro de la política europea.
España
y Francia continuaron en guerra hasta 1658, cuando los franceses, con ayuda de
los ingleses, vencieron definitivamente al ejército español. Por la paz
de los Pirineos (1659) España perdió el Artois, el Rosellón, la
Cerdaña y varias plazas en Flandes.
Los
Austrias del siglo XVII
En pleno Siglo
de Oro de la cultura española, los últimos reyes de la Casa de Austria tuvieron
que afrontar la derrota militar y la decadencia del país como potencia mundial.
La política unificadora del conde-duque
de Olivares provocó la sublevación de Cataluña y Portugal, mientras que las
numerosas guerras exteriores agotaron la economía.
Felipe III (1598-1621) no continuó el
gobierno personal de su padre, Felipe II, sino que abandonó las
responsabilidades de gobierno en manos de personas de confianza conocidas
como validos. El principal ministro de su reinado fue el duque
de Lerma, hombre de ambición desmedida que anteponía sus intereses
particulares a los de la nación.
En 1609 fue decretada la expulsión
de los moriscos. Más de 400.000 musulmanes, en su mayoría campesinos y
artesanos, abandonaron España, lo que supuso una importante pérdida demográfica
y un grave perjuicio económico.
Felipe
IV (1621-1665) dejó el gobierno en manos del conde-duque de
Olivares (1587-1645). En política exterior, España volvió a implicarse
en los conflictos europeos.
Se reanudaron las hostilidades con los
Países Bajos, dentro de la guerra de los Treinta Años. El esfuerzo
bélico supuso un considerable gasto para un país sumido en una profunda crisis
económica. Y se reactivó el conflicto con Francia que no terminó hasta 1659 con
la paz de los Pirineos que fue
también una derrota española.
El resultado de estos conflictos fue el
final definitivo de la hegemonía española.
En política interior, Olivares intentó
imponer una rígida centralización. Castilla era el único reino que pagaba
impuestos, lo que dio lugar a una política de unificación de la hacienda y el
ejército que, a la postre, provocó una sucesión de rebeliones:
- En Cataluña se
produjo en 1640 la sublevación del Corpus de sangre. La guerra
duró doce años y concluyó con la rendición de Barcelona.
- Portugal se
sublevó también en 1640 y en 1668 consiguió su independencia.
- Otros
intentos de secesión se produjeron en Andalucía (1641), Navarra,
Aragón (1646), Nápoles y Sicilia (1647).
Carlos II el
Hechizado (1665-1700)
heredó el trono con sólo cuatro años de edad. Su madre, Mariana de Austria,
se encargó de ejercer la regencia hasta 1677.
El reinado de Carlos II fue crítico para
España: nuevas guerras contra Francia, hambre, peste y deserciones en el
ejército por falta de víveres. El rey realmente padecía un grave retraso mental,
pero los clérigos de la corte, creyendo que estaba poseído por el diablo, intentaron
extraer de su cuerpo el espíritu maligno mediante exorcismos.
En su mayoría de edad, el rey sufrió
repetidas crisis de demencia y quedó a merced de su madre. Mientras, España se
vio envuelta en las guerras de Luis XIV de Francia:
Hacia 1690 estaba claro que el rey español
iba a morir sin descendencia. En Europa se formaron dos bandos en torno a los
dos pretendientes al trono, Carlos de Austria y Felipe
de Borbón, los cuales se enfrentarían en la guerra de Sucesión
española a partir de la muerte de
Carlos II en 1700.
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